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Estrés postraumático y productividad: cuando la vida se detiene por un momento

Hace unos días, mi familia, incluyendo a mi hijo de 16 años, y yo, fuimos víctimas de un asalto a mano armada en las calles de mi barrio, en la alcaldía Coyoacán, en las calles que he recorrido innumerables veces en los últimos 20 años y que, hasta ahora, consideraba una “zona segura”. La realidad me golpeó.

 

Después de un suceso así, la vida tiene que seguir, pero es muy difícil lograr que todo vuelva a la normalidad tan rápido. Los días siguientes, lograr tener un poco de paz mental y concentración para trabajar es todo un reto. Además, hay muchas cosas que atender, como cancelar la línea telefónica y recuperarla en otro aparato, asegurarse de que las cuentas bancarias estén intactas, tramitar la reposición del seguro, y restablecer las aplicaciones del teléfono, donde hoy en día tenemos prácticamente la vida. Todo eso toma bastante tiempo y, por seguridad, hay que hacerlo.

 

Sin embargo, lo más importante es el estrés que deja esta experiencia. Se vuelve muy complicado volver a la dinámica cotidiana y tener atención plena en el trabajo para alcanzar una productividad aceptable, porque la cabeza está en otro lado.

 

Un evento traumático no necesariamente tiene que suceder en el trabajo para afectarnos. La NOM-035-STPS-2018 define un Acontecimiento Traumático Severo como: “aquel experimentado durante o con motivo del trabajo que se caracteriza por la ocurrencia de la muerte o que representa un peligro real para la integridad física de una o varias personas y que puede generar trastorno de estrés postraumático para quien lo sufre o lo presencia. Algunos ejemplos son: explosiones, derrumbes, incendios de gran magnitud; accidentes graves o mortales, asaltos con violencia, secuestros y homicidios, entre otros”.

 

Sin embargo, estos acontecimientos también suceden en nuestra vida personal, en un contexto y horario ajenos al laboral, como me pasó a mí. Las personas somos seres integrales, y lo que nos sucede en un aspecto de nuestra vida, como el emocional o físico, se refleja en los otros. Un evento similar al que vivimos, puede afectar el desempeño y generar estrés postraumático con implicaciones severas en la salud física y emocional en general.

 

Después de vivir estas situaciones, cuando la persona siente que su vida o su integridad está en riesgo, puede experimentar diversos síntomas que afectan su rendimiento, productividad y relaciones en su entorno laboral. Algunos de estos síntomas pueden ser:

 

  • Disminución de la productividad, dificultad para concentrarse y completar tareas.
  • Incapacidad para asistir al trabajo debido al estrés.
  • Mayor probabilidad de cometer errores.
  • Conductas autodestructivas.
  • Problemas para dormir, irritabilidad, arrebatos de ira o conducta agresiva.
  • Reacciones físicas, como sudoración, respiración agitada, ritmo cardíaco elevado o temblores.

Aunque durante muchos años se vivía bajo la premisa de que “debes dejar los problemas del trabajo en el trabajo y los de casa, en casa”, hoy sabemos que esto no es blanco y negro. Las empresas son cada vez más conscientes de la naturaleza humana y de las implicaciones que tiene el bienestar emocional en el logro de resultados. El primer paso es el reconocimiento de que somos seres integrales y que las circunstancias que atravesamos se reflejarán en nuestro desempeño.

 

En AxisADN hemos identificado la necesidad de crear estrategias de bienestar y salud organizacional para nuestros clientes. Algunas de las premisas que proponemos son las siguientes:

  • Que existan espacios para compartir problemas personales y poder mostrar la vulnerabilidad. 
  • Es mejor que la persona se ausente para atender al 100% sus problemas personales y que cuando regrese esté al 100% en el trabajo (o al menos al 90%), que obligarla a asistir con la certeza de que su mente y su emoción estarán en otro lado. 
  • Establecer dinámicas como pausas activas, mindfulness, o respiración, que propicien ambientes saludables.

La experiencia nos ha enseñado que la vida es impredecible y que, a pesar de los planes, los imprevistos suceden. Lo importante es cómo nos preparamos para enfrentarlos y, sobre todo, cómo nuestras organizaciones nos apoyan. Es momento de reconocer que el bienestar de las personas no es solo un tema personal, sino un pilar fundamental para el éxito y la productividad en cualquier ámbito.

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